Nosotros después de las doce de Laia Soler

¡Hola de nuevo por estos mundos!

Nosotros después de las doce de Laia Soler

Hoy toca hablar de un libro que llevaba mucho meses con ganas de leer. Hace unos meses descubrí a su autora, Laia Soler, a través de su libro Heima es hogar en islandés. Podéis ver la "instareseña" que hice en su momento en el vínculo pero os adelanto que fue una novela que me tocó muy dentro emocionalmente, que la considero una enseñanza vital. Pero hoy toca hablar de Nosotros después de las doce, que bajo mi punto de vista es muy diferente aunque tenga algunos puntos comunes.

Resumen

Aurora es una adolescente que vive en un pueblo perdido entre las montañas. Su vida transcurre entre las clases, atender a los clientes de la pastelería de sus padres y ayudar a su abuelo en el carrusel que tiene en la plaza del pueblo. Pero Valira no es un pueblo normal, es un lugar surgido en torno a una leyenda donde humanos y seres feéricos se mezclan, donde todo el mundo cree en la magia, donde existe un pozo creado con las lágrimas por amor de la Reina Enamorada, y donde existe un carrusel en el que las figuras están destinadas a los que buscan valentía o encontrar el amor.

Todo cambia al llegar el verano. La vuelta de dos amigos a los que había relegado al fondo de su memoria y el último verano de juventud hará que salten todos sus resortes y le hará replantearse su incredulidad a los cuentos de hadas.

Crítica 

Aurora es una joven de diecisiete años que vive en Valira, un apartado pueblo de montaña que, en temporada de esquí y de verano, se llena de turistas y extranjeros que vienen a trabajar en los hoteles. 

Este ha sido su último año de instituto, pero no tiene claro qué hacer con su futuro así que, de momento, se queda en Valira, ayudando a su familia en los negocios familiares. Por lo pronto, en verano ayudará a sus padres atendiendo a los clientes en las pastelería/cafetería que regentan mientras ellos trabajan en el obrador, y por las tardes, estar con el abuelo en el carrusel. La relación que existe entre ambos es muy especial. El abuelo es el que me ha contado todas las historias y leyendas del pueblo, el que la escucha, la entienda y la cuida, y con el que comparte un secreto muy importante para ambos relacionado con el carrusel. Es tal el amor que Aurora siente por él que vive angustiada desde hace unos meses cuando el corazón del abuelo les dio un susto importante. Más allá de su familia, Aurora tiene una pandilla de amigos, los de su quinta del 91, con los que se reúne por las noches en las caravanas, el lugar que tienen a las afueras del pueblo para aislarse de las miradas indiscretas. Pese al cariño que les tiene y las horas que pasa con ellos, Aurora es conocida por todos como la Reina de Hielo, la chica fría como el hielo que no comparte sus sentimientos, la que no cree en los cuentos de hadas, la que deja a sus ligues tirados y muertos de amor. Más allá de la exageración de sus amigos, es cierto que tiene una personalidad especial que hace que no me gusten las tardes de chicas de compras y confidencias o no le cuente a nadie sus problemas. Con la llegada del verano vuelve la que hace un par de años era su mejor amiga, Erin, junto a su hermano gemelo, ambos de su quinta. Hace dos años que se fueron a vivir a la ciudad y desde entonces, su amistad se ha resentido mucho. Aurora no se acostumbra a tener a su amiga otra vez en su vida. Las cosas han cambiado, sus ideas, sus deseos y sus pensamientos son diferentes y el reencuentro le provoca una sensación de incomodidad. No le ocurre lo mismo con Teo, con el que nunca había tenido relación y, sin embargo, ahora empieza a notar una gran química. 

El verano se llenará de momentos inolvidables, reencuentros, fiestas, reflexiones, descubrimientos, tradiciones, traiciones y despedidas en los que marcarán a Aurora y le harán replantearse su modo de ver la vida.

Desde la primera página de la novela escrita en su mayoría en primera persona por nuestra protagonista Aurora vemos que no es el modelo de adolescente que tenemos en mente (véase jóvenes que tienen un grupo de hormonas que les hacen sentir grandes vaivenes de personalidad y sensaciones, egoístas, rebeldes...). Su nombre de princesa de Disney y su destino de princesa se rompió desde el día en que descubrió en la biblioteca la versión original de la Bella Durmiente en palabras de Perrault y el cuentista italiano Basile. En ese momento dejó de creer en los cuentos de hadas y su corazón se cerró al mundo, lo que no quita para que siga creyendo en las leyendas de su pueblo en torno a la Reina Valira y su amor por un ser feérico o los poderes mágicos del carrusel del abuelo. Parece un sinsentido, no creer en los cuentos de hadas pero sí en la magia, pero en el fondo, tiene todo el sentido del mundo. Cuando la magia forma parte de tu pueblo, tu niñez y tu historia, es imposible apartarla de tu vida con facilidad. Es cierto que, pese a ello, Aurora tiene un carácter especial. Aunque no se podría definir como tímida, es una persona reservada que no le gusta expresar sus sentimientos y con mucha vida interior. Sin embargo, Teo es todo lo contrario: un chico extrovertido, exitoso y gamberro que parece salido de una boyband, que sabe adaptarse a cualquier situación, capaz de camelar y convencer a quién haga falta.

Más allá de posibles amores y/o desamores adolescentes, para mí el tema principal de la novela es el paso del mundo de la infancia y la adolescencia al mundo adulto. A lo largo de toda la historia vamos viendo cómo Aurora va cambiando desde los recuerdos de su niñez y las acciones que vemos al principio del libro con el final. Las relaciones personales en la adolescencia son muy complicadas, ya sean de amistad, de amor o de familia, porque vives en un estado en el que los sentimientos se magnifican y, lo que ayer te encantaba, ahora lo odias a muerte. Visto desde la distancia que dan los años, relativizas todos los momentos que pasaste, que te parecían imposibles de superar, y aquí seguimos, vivos y aprendiendo a relativizar los dramas diarios. El principal problema de Aurora es la dificultad de afrontar ese cambio brutal que casi todos experimentamos al acabar el instituto, el miedo al ver que no sabes cómo será tu vida en unos meses, el miedo a crecer y a cambiar, el miedo a perder a tus amigos y a la gente que te importa. La única forma de avanzar es afrontarlo como un reto para superarlo y con ello, madurar. Ese es el primer gran cambio en tu vida pero habrá otros muchos momentos en los que saltes al vacío pero hay que ir superando los retos y aprendiendo de cada uno de ellos. En todo ello, jugará un papel muy importante la magia en la que Aurora cree sin ninguna duda desde que era una niña.

Lo último de lo que os quiero hablar es de Valira. ¿Cómo puede describir tan bien un lugar para que al leerlo sientas el irrefrenable deseo de conocerlo y poder pasar unos días alli para poder ver el pozo, el carrusel, el bosque o el lago? Si ya con Heima es hogar en islandés me entraron ganas de viajar a Islandia, con este no ha podido ser mejor. Mil gracias a Laia Soler por mostrarnos esos rincones secretos y por hacernos soñar con un lugar de tu imaginación.

El único problema que he tenido con esta lectura es que tenía las expectativas demasiado altas después del anterior libro y, en comparación, esta me ha parecido una lectura bastante más juvenil, demasiados dramas adolescentes con los que actualmente no me siento identificada. Supongo que si la hubiera leído en esta etapa, me hubiera marcado muchísmo. Ahora, sin embargo, me parece una bonita historia llena de magia y amor con una gran moraleja que me recuerda a mi adolescencia, pero con el que no lleno a empatizar del todo. Una lectura ligera y bonita que deja un buen sabor de boca.

Citas

A veces saber que debes (o no debes) hacer algo no es suficiente para mantener a raya tus impulsos.

En este pueblo todo termina por saberse, hagas lo que hagas, lo hagas donde lo hagas y lo hagas con quien lo hagas.

No siempre necesitas una cámara para capturar lo que tienes delante.

La inspiración no se consigue estando quieto.

Los sueños se rompen si caen desde lo bastante alto. Se hacen añicos y no hay nada en el mundo capaz de pegar todas las piezas para recuperarlo.

Desde donde estamos, todos somos el centro de nuestro universo, y creemos que las desgracias no llegan hasta nosotros. Hasta que sucede, vivimos en un paraíso donde nos sentimos protegidos. Cuando el espejismo se rompe, ese sentimiento de tranquilidad desaparece y deja un vacío que se llena de miedo e inquietud. Dejamos de sentirnos a salvo porque a partir de ese momento somos consciente de que no lo estuvimos.

He echado de menos el cielo de la montaña. Ahí había demasiada contaminación. Podías ver cinco estrellas contadas, y eso en un buen día. No me había fijado en lo bonito que es aquí el cielo de noche hasta que dejé de verlo. Al final uno siempre acaba echando de menos cosas que ni sabía que tenía ¿verdad?

Lo que quiero decir es que no puedes ir por ahí alejando a todo el mundo, porque al final todos se cansarán de insistir. No puedes salir a la calle pensando que todo es malo o tiene sus errores, porque hay cosas buenas, y hay cosas perfectas.

Olvidar nuestros errores o los malos momentos hace que nos olvidemos también un poco a nosotros mismos

Valira es un punto en un mapa; mi pueblo son las personas que lo habitan y lo dotan de color.

Se estudia para aprender, no para demostrar lo bueno que es uno

Existe la magia de las pequeñas cosas, de los gestos sencillos y las sonrisas fugaces, de un perdón sincero, de los te quieros y las promesas eternas. Que a esa magia vosotros la llamáis felicidad.

Nota: