La librería ambulante de Christopher Morley |
Resumen
Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero.
Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules.
Crítica
Nos trasladamos al Estados Unidos de principios del siglo XX, pero no vamos a la Nueva York de los años 20, sino a una zona rural en la que Helen, una mujer ya adulta, vive con su hermano Andrew, con el que comparte un granja. Sin embargo, su vida no es color de rosa ya que trabaja todo el día por la granja y para su hermano cocinándole, horneando hogazas de pan y limpiando mientras que él se dedica a deambular por los caminos, inspirándose para escribir un nuevo éxito literario. Un día aparece Roger Mifflin, un peculiar librero ambulante con la intención de venderle a Andrew su carromato lleno de libros bautizado con el nombre de Parnaso. Helen, harta de las ocurrencias de su hermano, decide comprarlo para evitar que lo haga él y se embarca en la aventura de convertirse en librera ambulante y recorrer los caminos para difundir la importancia de la lectura en el mundo rural, con el apoyo inicial del profesor Mifflin.
Al contrario de lo que pasaba en La librería, se aleja de las dificultades que conlleva vender libros en una sociedad en la que la gente no se interesa por ellos y se centra en las metodologías del entrañable profesor Mifflin para convencer a los habitantes de la América profunda de lo que pueden disfrutar con un libro entre las manos. Para ello, utiliza cualquier técnica pero sobre todo, sabe ver qué libro necesita cada persona. A todo ello hay que unirle sus grandes reflexiones sobre la importancia del fomento de lectura en los pueblos y las ciudades pequeñas que convierten a este libro en un clásico de la metaliteratura.
Más allá de esa magia que significa esa defensa de la lectura, también es la historia de Helen, una agobiada ama de casa que ve en la librería ambulante su única oportunidad para emprender una aventura y escapar unos días de su casa. Aunque ni ella misma se ve posible de hacerlo, descubrirá que tiene cierto carácter aventurero. Para animarla y apoyarla estará el señor Mifflin el extraño antiguo dueño, un hombre singular que tiene las ideas muy claras y guiará a Helen en este nuevo mundo para ella. Por otro lado, tenemos a Andrew, el hermano de Helen, que defenderá su vida de escritor intelectual que busca aislarse del mundo para lo cual necesita que su hermana se ocupe de todas sus necesidades vitales.
Entiendo que un libro como este supondría una novedad en su momento, con una mujer soltera que escapa con un charlatán dejando a su hermano solo en casa. No la consideraría una novela feminista porque mantiene unos clichés propios de su época y momentos que chirría pero hay que entenderla en su contexto.
Novela sencilla y divertida, para nada pretenciosa, muy fácil de leer. Entenderás a Helen cuando quiere romper con su vida pero tiene miedo de las consecuencias, aplaudirás al profesor Mifflin en sus teorías y reflexiones sobre la literatura y la vida en general, disfrutarás y sufrirás con sus idas y venidas. Muy, muy recomendable para cualquier amante de la lectura que le guste leer libros sobre libros.
Citas
Por lo general le leía algún pasaje en voz alta a la gente y a cambio me daban de comer gratis. Es asombroso lo poco que sabe la gente del campo sobre libros y cuánto agradecen escuchar algo bueno.
Cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan toda la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir.
Incluso los editores, los tipos que imprimen los libros, no se dan cuenta de lo que estoy haciendo por ellos. Algunos se resisten a darme crédito porque vendo los libros por lo que valen y no por los precios que ellos les ponen. Me escriben cartas sobre la política de los precios fijos y yo les respondo hablándoles de mi política del mérito fijo. Que publiquen un buen libro y ya verán cómo lo vendo a buen precio. ¡Eso les digo! A veces creo que nadie sabe tan poco sobre libros como los propios editores. Aunque supongo que es algo natural. La mayoría de maestros de escuela no conoce bien a los niños.
Creo que la gente común y corriente, la del campo, quiero decir, nunca ha tenido la oportunidad de comprar libro y mucho menos de que alguien les hable de lo que significan. Está bien que los decanos de las universidades exhiban sus estanterías de dos metros llenas de la mejor literatura y que los editores publiciten su colección de Clásicos del Linóleo, pero lo que la gente necesita es algo bueno, familiar, honesto. Algo que les llegue a las entrañas, que los haga reír y temblar y marearse y pensar en la pequeñez de esta bola de palomitas de maíz que gira en el espacio sin obtener nada a cambio. Algo que los estimule a mantener limpio el hogar y la leña bien partida para hacer el fuego y los platos bien lavados y secados y ordenados. Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena le estará prestando un gran servicio a la nación. Y eso es lo que esta caravana de la cultura pretende hacer...
Los chicos de la ciudad al menos tienen las bibliotecas, pero aquí en el campo sólo está el almanaque del viejo doctor Hostetter y esas cartas en las que unas señoras reumáticas hablan de lo bien que les funcionó la Peruna. Deles a estos dos chicos suyos unos cuantos buenos libros y los pondrá en el ancho y casi siempre bloqueado camino hacia la felicidad. Ahí tiene Mujercitas, donde su chica podrá aprender mucho más sobre la auténtica juventud de las señoritas y la adecuada feminidad de las mujeres que en todo un año de juegos con muñecas en el desván.
Por todos los santos, señorita, el sentido común es la cosa menos común que hay en el mundo.
Siempre he tenido la impresión de que es mejor leer un buen libro que escribir uno malo y pobre.
«El mundo está lleno de grandes escritores que hablan de literatura», dijo, «pero todos ellos son egoístas y aristocráticos. Addison, Lamb, Hazlitt, Emerson, Lowell, escoja al que quiera, conciben el amor por los libros como un escaso y perfecto misterio al alcance de unos pocos, algo reservado al silencioso estudio donde se refugian en las noches con una vela, un cigarro, una copa de oporto sobre la mesa y un perrito de aguas junto a la chimenea. Lo que quiero decir es: ¿quién se ha aventurado alguna vez en las montañas y los campos para llevarles la literatura a las gentes más simples?, ¿quién ha llevado la literatura hasta sus mismos hogares, hasta sus razones y corazones, como dicen por ahí? Cuanto más se adentra uno en el campo, menos y peores libros se ven.
La vida se llena de un sabor especial cuando uno anda rodando por los caminos.
Creo que leer un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es como mirar la Osa Mayor en una noche clara o como ver el amanecer en invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y cualquier cosa que te haga sentir pequeño es maravillosamente buena.
Hola Sandra,
ResponderEliminarLa leí hace años para un club de lectura al que me apunté por entonces... Elegimos este título por esa dosis de Metaliteratura que tiene, pero lo curioso fue que cuando quedamos para debatir salió el tema del feminismo, jejeje.
No he llegado a leer su segunda parte!! :)
Hola!!!
ResponderEliminarMil gracias por nombrarme :) me alegro muchísimo que lo hayas disfrutado! Es un libro especial, para mí es de esos de cabecera, para cogerlo de vez en cuando y disfrutar de él. Personajes encantadores y temática de libros, desde una perspectiva muy natural y sencilla. El que señale que hay libros para todo el mundo, es una visión que me encanta.
Un abrazo ;)
También lo tengo en mi lista de deseos desde hace tiempo pero no termino de decidirme, ya veré que hago.
ResponderEliminarBesos
Fíjate pues yo habría dicho que es una novela feminista...pero ya veo que me equivocaba jajaja
ResponderEliminarHace uno o dos años lo saqué de la biblio y sin embargo no llegué a leerlo por falta de tiempo, así que lo devolví sin descubrir su historia. Y ahora tú me dejas con ganas de volver a por ella ;)
besitos
Me gusta mucho Christopher Morley y esta fue la primera novela del autor que leí: me robó el corazón. Es encantadora y los personajes son adorables. Me gusta mucho su sentido del humor y esa manera que tiene de contar la historia para hacer que parezca sencilla cuando tiene tantos matices. "Una librería encantada" no me gustó tanto como esta primera, pero con "Kathleen" sí que volví a disfrutar de lo lindo. Besos.
ResponderEliminarHola, Sandra. Pues me ha seducido totalmente esta lectura y sé que la disfrutaría. Oh, ganas terribles de tener el libro ya.
ResponderEliminarBesos.
Viajando en el tren, acabo de terminar este libro que cogí hace unos días de la biblioteca seducida por su título. Me ha dejado un gusto muy dulce. Una historia original y que engancha, contada en un lenguaje sencillo y directo, pero que llega al corazón, como buena literatura que es. Y feminista , claro que sí! ya que su protagonista es una mujer que toma las riendas de su vida. Un libro luminoso.
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