Las hijas del capitán de María Dueñas

Las hijas del capitán de María Dueñas

Siguiendo con la idea de darle una oportunidad a los libros que tengo pendientes desde hace tiempo por casa, especialmente en papel, le ha llegado el turno a Las hijas del capitán de María Dueñas. Seguramente, lleve conmigo más de año y medio, gracias a un concurso que gané por Twitter del programa de televisión CreaLectura de La Sexta. Sin embargo, ya fuera por la cantidad de páginas o por ser una novela histórica, género del que he estado alejada durante bastante tiempo, no me apetecía demasiado empezar a leerla inmediatamente. Así fue pasando los meses en el montón de pendientes hasta que, hace un par de semanas decidí que, ya que me estaba animando de nuevo con la novela histórica, ¿por qué no darle una oportunidad?

Resumen editorial

Nueva York, 1936. La pequeña casa de comidas El Capitán arranca su andadura en la calle Catorce, uno de los enclaves de la colonia española que por entonces reside en la ciudad. La muerte accidental de su dueño, el tarambana Emilio Arenas, obliga a sus indomables hijas veinteañeras a tomar las riendas del negocio mientras en los tribunales se resuelve el cobro de una prometedora indemnización. Abatidas y acosadas por la urgente necesidad de sobrevivir, las temperamentales Victoria, Mona y Luz Arenas se abrirán paso entre rascacielos, compatriotas, adversidades y amores, decididas a convertir un sueño en realidad.

Con una lectura tan ágil y envolvente como conmovedora, Las hijas del Capitán despliega la historia de tres jóvenes españolas que se vieron obligadas a cruzar un océano, se asentaron en una urbe deslumbrante y lucharon con arrojo para encontrar su camino. Un tributo a las mujeres que resisten cuando los vientos soplan en contra y un homenaje a todos aquellos valientes que vivieron —y viven— la aventura, a menudo épica y casi siempre incierta, de la emigración.

Reseña

Emilio Arenas siempre ha sido bala perdida. Desde muy joven, salió de Málaga para buscarse la vida viajando por el mundo, trabajando de todo lo que se le puso por delante. Mientras, en casa iban quedando su mujer Remedios y sus hijas, hasta que la muerte de la madre de Remedios hace que toda la familia viaje a Nueva York al encuentro del cabeza de familia. Sin embargo, la llegada y la adaptación a la gran ciudad se convierte en tarea imposible para las hermanas Arenas. Unidas contra el destino, su único objetivo es volver pronto a Málaga por lo que integrarse en Nueva York no está en sus planes. Pero todo se tuerce con la inesperada muerte del líder del clan lo que provoca que su familia caiga en stock, sin saber qué hacer con su vida. Días antes de fallecer, Emilio había abierto un nuevo negocio, la casa de comidas "El Capitán" en la calle 14 en una de las zonas con más colonia española de la gran ciudad. Tras su muerte, ellas tendrán que decidir si volver con lo puesto a su Málaga natal donde quién sabe si les queda algo de lo que dejaron o quedarse y adaptarse a marchas forzadas a Nueva York para saldar las deudas de su padre. 

Si bien la historia de cómo fue la vida de los emigrantes españoles en la Gran Manzana resulta sumamente interesante, el peso de la novela recae en sus tres hermanas protagonistas: Victoria, Mona y Luz. Cada una posee su propia personalidad y su propia historia, alguna con más ganas de volver, otras de volar para conocer las luces brillantes de la ciudad; algunas actúan en busca del bienestar familiar y otras empezarán a descubrir que pueden construirse un futuro propio. Mujeres de carácter, mujeres de bandera que lucharán por salir adelante en una ciudad hostil y desconocida. Supongo que cada lector tendrá más simpatía por una que por otra y es lógico cogerle más cariño así que reconozco que mi favorita ha sido, sin duda, Mona, la mediana de las hermanas pero, para mí, la que carga con todo el peso de la familia. 

Además de nuestras hermanas protagonistas, nos encontramos con una gran variedad de personajes que representan la colonia de emigrantes, mayoritariamente hispana, del Nueva York de los años 30. Gallegos, andaluces, asturianos, catalanes y vascos se mezclan con puertorriqueños, latinoamericanos o estadounidenses de orígenes hispanos forman un crisol de gentes que conviven, trabajan y se divierten, casi al margen del resto de la ciudad. Dentro de la propia comunidad hispana, refleja también a la perfección como se establecen las diferentes niveles sociales de forma que, por muy compatriotas que sean, siempre priman las diferencias económicas y difícilmente se tratan como personas del mismo nivel. En este punto cabe añadir la aparición ya sea momentánea o con relativa importancia en la historia de algunos personajes reales como Carlos Gardel, Xavier Cugat o Alfonso de Borbón y Battenberg, el hijo de Alfonso XIII.

A todos estos ingredientes, sólo queda añadir que María Dueñas vuelve a conseguir una ambientación extraordinaria. Con una novela en la que se mezclan realidad y ficción, la autora consigue hacernos viajar a esa ciudad, con su desigualdad social, sus night-clubs, sus casas de comida, su Quinta Avenida o las orillas del río Hudson. Espacios que nuestras protagonistas pisarán y descubrirán, tan diferentes de su ciudad natal.

Quizás tengan razón los que afirman que no es el mejor libro de María Dueñas, que le sobran páginas y que, en algunos momentos, llega a hacerse pesado. Pero yo me he descubierto enganchada a su historia y sus personajes y, después del miedo que le tenía a sus 624 páginas, no me acostado demasiado leerlo. En la página web oficial del libro podéis encontrar más información que no he querido desvelar para evitar los spoilers. 

Las hijas del capitán es la historia de tres mujeres jóvenes que, en la década de los años 30, tuvieron que reinventarse y luchar contra las adversidades en la Nueva York de los inmigrantes y los night-clubs.

Calificación

Citas

Volver. Al oír la palabra, algo se les resquebrajó en su coraza. Volver, las seis letras que eran el motor de la colonia entera, el carbón que les llenaba las calderas del alma y les permitía seguir trabajando sin tregua para ahorrar lo suficiente y cumplir el sueño ansiado

Todos son gente como nosotros, esa es mi conclusión. O por lo menos, lo fueron: inmigrantes, o hijos de inmigrantes, gente trabajadora, o lanzada, o temeraria incluso, que un buen día se atrevió a dar el paso. Nadie llega a esta ciudad cargado de billetes, Mona, ni con las líneas del destino bien trazadas, ni seguro de nada; aquí todo el mundo viene a abrirse camino y ahí están las oportunidades, agazapada por todas las esquinas para quien se atreva a ir a por ellas. Nadie te obliga a que las busques, pero tampoco nadie te las va a negar.

Aunque aquí en Nueva York las cosas son distintas, reflexionó Remedios con su sabiduría parda. Aquí, se dejó a sí misma plantada en el rellano, parece que la gente puede salir del hoyo con más facilidad; parece que una no está sentenciada por haber tenido la letra suerte de nacer donde le tocó nacer. Aquí, concluyó, es como si todo el mundo pudiera llegar más fácilmente a más.

Quizá algún día llegarás a entenderlas pero, hoy por hoy, el clan que formaban esas cuatro mujeres seguía siendo para él un misterio. Se adoraban y un rato después se increpaban con el mismo ardor fogoso, se peleaban como gatas callejeras y a la vez se defendían unas a otras apasionadamente, se esperaban entre ellas las verdades del barquero pero serían capaces de sacarle los ojos a quien para poner en entredicho a la madre o a cualquiera de las tres.