Hace un par de meses, decidí leer un clásico que me habían recomendado hasta la saciedad, por bueno, clásico y sorprendente: El Perfume: Historia de un asesino de Patrick Süskind. Además, era el típico libro que siempre había querido leer pero nunca había llegado a mis manos. En primer lugar, me llamó la atención lo pequeño que era el libro (al menos, mi edición de bolsillo era de 239 páginas) y la repercusión que había tenido. La historia trata de una niño que nace con una sensibilidad especial para sentir todos los olores que hay a su alrededor. Esa habilidad la va desarrollando a lo largo de su vida llegando a crear en su mente una especie de catálogo de olores y obsesiones que se muestran a lo largo del libro. Desde el principio, me pareció un libro muy denso, con gran cantidad de descripciones, lo cual es normal debido a que el autor intenta que el lector capte los aromas del mismo modo que el protagonista. Por esta razón, algunas partes del libro resultan un tanto largas.